viernes, 2 de julio de 2010

MONOLOGO EN DOS MOVIMIENTOS SEGIDO DE UN DISPARO

MOVIMIENTO UNO

Acompañado de:

NOCTURNO EN MI BEMOL MAYOR OPUS 9 DE CHOPIN

Los pasos arrastrándose en el cemento son señal de que el encierro terminará. Se abre la cortina… ahí esta la luz. Siento sus dedos manoseando mi cuerpo, luego llega el golpe sobre el golpe y el golpe, las cachetadas. Estira mi boca ¿acaso me quiere callar? El eco de la aventura aparece rompiendo el desanimo, el viento comienza a hincharme la garganta, los pulmones, el estomago. La piel se dilata, las arrugas se evaporan, las mejillas se inflan y la columna se endereza. Quiero que te detengas… detente… detente por favor, ya no más. ¿Acaso alguien me escucha? Nací con la mudez de los corazones muertos, soy ese perfume sin fragancia que sacan de un mostrador lleno de polvo, el aliento que agoniza cuando lo atraviesa una suave cúspide. Vivo de encuentros epidémicos, para mi no existe la profundidad ni mucho menos la eternidad. Mis lágrimas se secan con el nudo del tiempo que esta por desaparecer. Lleno de nada me enfrento a los caprichos del sol, la danza de la lluvia, el desasosiego de las miradas que nunca se encuentran.

MOVIMIENTO DOS

Acompañado de:

CONCIERTO DE ARANJUEZ

Me han negado la posibilidad de contemplar los rostros y el paisaje, la imperfección de las pieles humanas… pero puedo volar… lo hago cuando la red que ata mis sueños a la superficie se libera. Tampoco puedo opinar sobre una cosa u otra, sentir el dulce del chocolate o el acido del maracuyá. Recorro la ciudad preso de los movimientos de los otros, soy testigo de la llegada de los hombres y las mujeres a los sacramentos de una iglesia hipócrita, de las uniones de los enamorados y la bienvenida o la decadencia de los años. Abrazado a la cabeza de una formula química espero mi libre albedrío, mi suerte. La historia dice que algunos de nosotros somos llevados a ritos de liberación y después de los aplausos atravesamos las nubes en nuestra primera salida al mundo otros en cambio, son ahogados en lagunas de harina , olvidados en la gaveta de una vieja cocina, torturados por los sonidos estridentes de una maquina de hacer círculos o por las puntas asesinas de alfileres, lápices de colores, alambres, uñas o dientes. Se dice que somos la alegría de un pueblo egoísta al que no le importa sonreír ¿y entonces, tenemos nosotros que hacerlo? ¿Alguien se ha preguntado si estamos a gusto con lo que somos? Una vez un valiente lo hizo y tuve que presenciar como entre gritos y jalones lo subían amordazado a una camioneta blanca. Tenemos que exhibirnos a la intemperie para ver si alguien se apiada de nosotros y nos lleva a dar un paseo por el parque, alguien que nos cuide, nos invite a una habitación fresca envuelta en alguna esencia pero sobretodo… alquien a quien le importemos un poco, alguien que combata las burlas y reclamos cuando escuche: ¡estúpido… es que no vez que es un globo! Me pregunto… ¿acaso no es lo buscamos todos?

Por: Diana Carolina Daza Astudillo

Romántica, ninfómana y esquizofrénica.

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